Reformas en marcha

Aunque falta aterrizar las reformas, éstas pasaron ya la parte fundamental de ser aprobadas por el Congreso de la Unión y su promulgación y ejecución es cuestión de mero trámite, pese a que los opositores mantienen una férrea resistencia con daños considerables para la sociedad civil, argumentando la defensa de los intereses de la Nación.
Y aun cuando los intereses de la Nación deberían estar por encima de los de grupo o de tipo partidista, la realidad es que nuestros representantes populares no son más que empleados de los que ejercen el poder económico y político en México; y como prueba de ello es que hubo legisladores que se disfrazaron de policías para ingresar al recinto legislativo de San Lázaro, pero no había necesidad de ello, pues son en realidad meros policías al servicio de los poderosos.
Si tuvieran dignidad y una voz auténtica en el Congreso, recibirían el respaldo de los ciudadanos y éstos los identificarían como de los suyos en los debates y la defensa de los intereses nacionales en la tribuna y en las comisiones, pero como no lo son, sino son meros gendarmes al servicio del poder, se “disfrazaron” de policías, disfraz que les queda a la medida como viles polizontes, con las debidas excepciones de los guardianes del orden público que cumplen de manera ejemplar con su deber.
Los legisladores carecen no solo de dignidad –aunque reiteramos, los hay dignos de ocupar una curul en San Lázaro o un escaño en el Senado- porque su papel se limita a aplaudir y a aprobar lo que se les envía, sin necesidad de leer, discutir o analizar, pues todo está hecho para darle mero trámite legislativo de acuerdo a la práctica parlamentaria por lo que sólo cumplen con realizar una chamba bien pagada.
Y si los legisladores hicieron circo, maroma y teatro pretendiendo pasar por héroes o por muy ingeniosos para llegar a su lugar de trabajo, esas payasadas les queda bien, porque no son más que unos payazos bien pagados, y el teatro que han armado es sólo para meros efecto de pose parea los fotógrafos que también cumplen con su deber de captar las ridiculices de los llamados representantes populares.
Sin embargo, la Nación tiene su forma de Gobierno y de representación popular que, en tanto no se cambie la Constitución ni la forma de Gobierno, la soberanía reside en el pueblo que se trasmite a través del Senado y la Cámara de Diputados que son la vía para la aprobación de la Ley que se está obligado a cumplir porque es un mandato que hay que cumplir.
Y si los opositores toman calles, bloquean comercios, mantienen plantones y obstruyen la vialidad, solo afectan a terceros; a los ciudadanos que no pueden realizar sus actividades cotidianas, pues esa oposición no deja de ser meramente simbólica o representativa porque las reformas han sido ya aprobadas y tienen que cumplirse.
Sin embargo, el pueblo mexicano, sin verdaderos instrumentos de defensa, sólo observa el gran teatro nacional, entre los que se dicen defender intereses nacionales, pero en que en la práctica sólo defienden intereses partidistas, facciosos, de grupos, de entre iguales que reciben más o menos ganancias, de acuerdo al peso específico o a la capacidad de presión que tengan, pero nunca los intereses de las mayorías.
En marcha las reformas, sólo esperamos que una parte llegue a los grupos excluidos, que siguen siendo bandera de unos y otros que se disputan la Nación desde hace décadas.
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