Primavera

Esta mañana el sol enviará -como hace millones de años- sus rayos sobre los meridianos del hemisferio norte de nuestra nave espacial, cooperando así a la renovación de la vida en la tierra. En México, las 10:57 horas se iniciará la primavera.

Para los japoneses, el 21 de marzo es la oportunidad de acudir a los campos, especialmente a los que están en las faldas del Fujiyama, y observar los brotes de las primeras flores de los cerezos. Es la fiesta espiritual del Hanani, que establece que para sanar no hay mejor milagro que la recibir esta estación cerca de los cerezos. Cientos de miles de estos árboles pintan los campos de efímeros colores cuya belleza y brevedad constituyen un halago a la vista y al alma y permiten a los nipones identificarse con los dioses que habitan en cada una de esas flores.

En los países mediterráneos de Europa cambian las ceremonias que hablan de vírgenes dolorosas y cilicios sangrantes, sacrificio y muerte, por días de campo y fiesta que son el símbolo de una existencia plena.

Ese milagro, que es la primavera, con sus rayos de luz purificadora, es la señal de ese nuevo ciclo que esperamos todos quienes formamos parte de la naturaleza. Oportunidad para reír, cantar y amar.

En México, cientos y cientos de personas se congregan frente a la pirámide de Kukulkán, en Chichen Itzá, a esperar que la serpiente de luz (el mismo Kukulkán) baje por las escalinatas hasta terminar en la cabeza del dios de los mayas. Su obra, resultado de las matemáticas que esa civilización nos ha dejado, es el legado de una primavera de luz y restauración de su universo y del nuestro.

En Teotihuacán, especialmente en la pirámide del sol, miles de personas esperan también que la llegada de los primeros rayos del astro rey bañe sus blancas vestimentas. Renacer frente a Tonatiuh, el antiguo dios de los mexicas.

Al sur de la Ciudad de México, las primeras flores adornan las chinampas (barcas lacustres) mientras las jóvenes indígenas de Xochimilco, con vestimentas típicas de la región, llevan diademas con los mejores ejemplares y ofrendas florales que produce la región.

Mientras leemos estas líneas, pensemos en que la aparición de las flores de cerezo, la llegada de Kukulkán, la ofrenda de las flores de Xochimilco o el arribo de las golondrinas a Capistrano, son señales de que debemos de reiniciar la vida junto con esas muestras que la naturaleza nos ofrece.