Crónica

La profecía de ACD

La profecía de ACD
Periodismo
Junio 11, 2015 22:47 hrs.
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Jorge VALDEZ REYCEN › guerrerohabla.com

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• “¿Dónde estaba usted?”, le preguntó el respetado ex gobernador a Astudillo
• Astudillo Flores trabajaba en un mercado del desaparecido Departamento del DF
• Florencio Salazar Adame le ofreció el primer empleo en la comuna capitalina

La noche del 7 de junio, la profecía de Alejandro Cervantes Delgado se cumplió.
--Usted va a ser gobernador de Guerrero –le vaticinó el ex gobernador, en una charla amena, cercana, a un muy joven Héctor Astudillo Flores, que despuntaba en la política en las postrimerías de la década de los años 80’s.
Interesado por el hábil y discreto desempeño de Héctor Astudillo, el “hombre de la pipa” había entablado una amistad con quien había sido presidente municipal de Chilpancingo durante 100 días, en el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu y a la postre fue su secretario particular hasta 1993.
--¿Dónde estaba usted? –le preguntó extrañado Don Alejandro, por no haberlo conocido en su régimen de 1981-1987.
--Pues en el Distrito Federal, trabajando en un mercado, en un modesto puesto del Departamento del Distrito Federal (DDF).
--Usted tiene madera, y puede llegar a ser gobernador –le soltó a bocajarro el vaticinio profético que muy pocas ocasiones un político de la talla de Cervantes Delgado se atrevía a decirlo, aunque fuera en una conversación muy discreta y en privado.
De esa plática, Héctor Astudillo hace recuerdos gratos de su amistad con el ex gobernador chilpancinguense. “Fue a los pocos meses antes de que falleciera y su pérdida fue muy sentida, porque se ganó el respeto, cariño y admiración de las familias chilpancinguenses”, expresó el candidato de la coalición PRI-Verde al gobierno de Guerrero.
En la historia reciente de Guerrero, es precisamente el gobierno de Cervantes Delgado el considerado un crisol donde se forjaron y consolidaron las carreras que arrojaron a tres gobernadores: José Francisco Ruiz Massieu (quien fue Secretario General de Gobierno, los primeros seis meses), Ángel Aguirre Rivero (secretario particular, Coordinador de Fortalecimiento Municipal y Secretario de Gobierno) y René Juárez Cisneros (Secretario de Planeación y Presupuesto).
Por ello, no resultaba una lisonja o un halago que Don Alejandro Cervantes observara en Héctor Astudillo cualidades para alcanzar la gubernatura, ni mucho menos vaticinar las condiciones extra polarizadas de una coyuntura excepcional de crisis económica, política y social que en los últimos 10 meses ha sacudido y convulsionado a la entidad.
Astudillo tiene una memoria de elefante. Y se preguntará el lector las causas: fue el secretario particular de Ruiz Massieu, quien era un jefe extremadamente exigente, asfixiante y rígido en su agenda pública, como privada. No había dudas en el trabajo, que debería ser impecable, so pena de ganarse tremenda reprimenda o regaño.
Desempañar la secretaría particular de un gobernador es el puesto más sacrificado, matado en horarios –desde que despierta hasta que se duerme el jefe, debe estar allí--, en resumen: no tiene vida propia. Todo gira en función de las órdenes del jefe político y más aún: que sus instrucciones sean llevadas a cabo. La personalidad del jefe es tatuada, impresa, acrisolada en la personalidad del subalterno más cercano, y así se forjó Astudillo.
Florencio Salazar Adame lo invitó a colaborar en el Ayuntamiento de Chilpancingo y empezó su carrera que el 7 de junio se vió coronada en la gubernatura. La profecía de ACD se cumplió.
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